Carlos Raul Hernadez


En manos de Dios





  • CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ
15 de enero de 2017 05:02 AM

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En manos de Dios
Después de las grandes bancarrotas como la que experimentamos con el RR, las organizaciones suelen abrir ciclos de reflexión para aprender de lo ocurrido y redefinir la marcha. Con razón o sin ella eso revive el optimismo y los partisanos se disponen de nuevo al combate. “Ahora si sabemos dónde nos aprieta el zapato ¡Que se cuiden los adversarios!”. Se trata de aprender de los traspiés, las más importantes escuelas. No es la universidad de la vida sino la derrota la que enseña a proseguir y triunfar. San Agustín elaboró una teoría de la Confesión para que los hombres hicieran cuentas con sus conciencias, escrutaran las pifias con un interlocutor de testigo, y el sicoanálisis quiso hacerla terapia universal. Lenin inventa la crítica y la autocrítica y los socialcristianos los retiros espirituales. Las empresas de punta suelen hacer con el mismo fin reuniones corporativas, seminarios con expertos.
Así detectan gazapos y toman medidas de rectificación. Luego del fracaso del proyecto Newton, Steve Jobs estremeció Apple y toma un paquete de medidas para superar el costoso tropiezo. No se quedó inerte, ni quiso hacerse el loco. De las rudas controversias decantaron las equivocaciones y salvan la tecnología que evolucionó a la tablet. Pero del cataclismo que acabamos de vivir no hay síntomas de que se saquen conclusiones, y más bien se insiste en la misma ruta insólita como si tal cosa. El liderazgo anda de lo más ocupado en su línea, como si estuviéramos al final de una partida de bádminton que se pierde con elegancia, buen humor y los contendores van a tomarse un gin tonics. Debería ser innecesario repetir que lo acontecido es una montaña de perros muertos sobre nuestros hombros que puso en vilo el futuro.
Esfuerzos inútiles
Haber perdido alegremente el enorme capital de las elecciones de 2015, colocó en jaque la sobrevivencia de las fuerzas de cambio y las perspectivas mismas del retorno a la democracia. El mundo se nos puso pequeñísimo, aunque no nos hayamos dado cuenta o actuemos como si tal cosa. De El príncipe de las mareas de Barbra Streisand se recuerda la terrible escena en la que los delincuentes entran a un hogar en la ausencia del padre y violan a toda la familia. Pero la madre y los niños deciden actuar ante él como si no hubiera ocurrido nada, la cena esa noche transcurre con normalidad, y de ahí en adelante la vida, ocultos el dolor, la vergüenza, el descalabro emocional, cuya represión produjo trágicos efectos con el tiempo. No se puede disimular lo ocurrido, es necesario enfrentarlo y sobre todo abandonar la ruta suicida.
¿Cómo mentes racionales que conocen al que califican de dictador pudieron creer que adversarios sin escrúpulos aceptarían irse del poder sin negociación, de cuajo, y nada menos que con la firma del TSJ? Se renunció a la gradualidad que dio victorias desde 2006 a 2015 y regresamos al exabrupto para morder barro de derrota sin necesidad. Se le exigieron hazañas a la sociedad en la etapa del RR, luego de sacrificar a la provincia y soslayar la elección de gobernadores. Firmazo, reafirmazo, provocaciones, violencia, dos grandes marchas, y cuando tribunales envenenados invalidaron el sacrificio, no hubo explicación para millones que creyeron y siguieron sin vacilación el camino marcado. Si “declarar la vacante” era el paso necesario, viable, lógico, por qué no le ahorraron a la gente las miríadas de contratiempos y humillaciones del RR, un año perdido y con él las esperanzas.
Guerra de posiciones
Lo que señalaba la inteligencia emocional política era ir a la elección regional en una guerra de posiciones –no de exterminio– que conducía a avances graduales (pero “el hambre no espera”). De seguro el gobierno se resistiría, pero la oposición triunfante, con el aval de las parlamentarias tenía las cartas a su favor, como las tuvo para realizar éstas. Qué negociar ahora vestidos de un fracaso andrajoso. Lejos de la respuesta consistente y dramática que los ciudadanos merecían, vimos insólitos intentos de escurrir el bulto, mirar para otro lado y atravesar la calle para no encontrarse de frente con los deudores. El prestigio de la MUD, necesario porque es lo único conque cuenta el país para defenderse, –la alternativa es el Hospicio de Charenton– se resiente, más aun con ese acto de surrealismo político de declarar abandono del cargo. La comunidad internacional comienza a menospreciarnos y a fastidiarse de nuestras pifias.
Sonó una carcajada general, una burla que nunca había tenido tal carácter masivo. La ceguera para tomar la tabla del diálogo nos tiene a punto de perder la atención del Vaticano a la causa democrática, que nos dejará en manos de Dios. Y ahora surge otra quimera, digno remplazo del RR-16: las elecciones generales. Otra megadosis de irrealidad que sumada a la vacante, crea el peligro de que la oposición se desvanezca mientras el gobierno  se afianza. Lo único que luce alguna posibilidad son las elecciones regionales y para ello tendrán que interceder factores globales. La derrota brutal abrió las puertas de la oscuridad hasta que el gobierno se consuma en sus propios ácidos, posiblemente no tendremos ninguna incidencia y alguien decidirá por nosotros nuestro destino. Solo faltaría que la AN designara CNE y TSJ espectrales para que el vaudeville sea completo.
@CarlosRaulHer

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