La traición de los dinosaurios



La traición de los dinosaurios

Argelia Ríos

Domingo, 20 de mayo de 2012

Los relevistas, estos incorregibles de siempre desprecian los riesgos que comporta su irresponsabilidad









   Foto: Google
La revolución encara un importante dilema existencial. Si bien necesita del rostro de Chávez para plantarse como un proyecto nacional que trascienda de su líder, también está forzada a diluir el marcado cariz personalista que la ha caracterizado por años. Los objetivos son contradictorios, aunque nada imposibles de alcanzar: es paradójico que las prolongadas ausencias del presidente Chávez estén sirviendo a ambos propósitos, pues su desaparición de la escena pública contribuye a mantener en él toda la atención y a desarraigar la idea de que sólo el comandante garantiza la preservación del "proceso".
Conforme transcurre el tiempo que el mandatario nacional dedica a su tratamiento, el país ha venido habituándose a vivir sin su presencia física, lo que ayuda a la transición que hoy experimenta el mundo bolivariano, concentrado en viabilizar el reemplazo de su guía espiritual y en asegurarse la continuidad de su supremacía en el mapa político venezolano... Así es como el liderazgo colectivo, sobre el que pregonaron tantos chavistas inconformes, se está abriendo paso, poco a poco, al mismo ritmo en que avanza lo que parece la última etapa del ciclo vital del Jefe del Estado.
Pese a que la ausencia de Chávez todavía genera grandes interrogantes sobre el largo plazo de la revolución, las incógnitas en torno a su futuro inmediato se han ido despejando. El hecho queda comprobado con el posicionamiento de un grupo de figuras emergentes, cuya aceptación en el auditorio del "proceso" comienza a disolver las dudas acerca de la vigencia de la revolución, más allá de la vida de su líder. Los progresos obtenidos por la nomenclatura roja contrastan, sin embargo, con los ridículos cálculos realizados por factores opositores relacionados con la vieja política, que estimulan sin rubor una derrota de Capriles, animados con la esperanza de su retorno "triunfal" a la sala de controles de la oposición.
Negados a aceptar el relevo generacional sentenciado el 12-F, los dinosaurios creen que una salida de Chávez, posterior al 7-O, derivaría en una nueva medición electoral, en la cual se harían representar por un abanderado que sí represente sus intereses de sobrevivencia. Autoexcluidos de la actual campaña electoral, con el fin de mostrarle al país el fracaso de los relevistas, estos incorregibles de siempre desprecian los riesgos que comporta su irresponsabilidad: el más importante de ellos, una apresurada enmienda constitucional para darle al vicepresidente el derecho de completar el próximo período, independientemente del momento en que ocurra la salida del comandante... Es esta la traición que se maquina en las covachas de la llamada "unidad democrática".

Argelia.rios@gmail.com

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