ENTREVISTA


Axel Capriles: El chavismo no es revolucionario es una fuerza conservadora

El psicólogo social explica que el Gobierno ejecuta procesos que llevan a la desesperanza aprendida, lo que provoca que "una pequeña dádiva del Estado sea sentida como una gran mejoría en el nivel de vida".

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Axel Capriles advierte que el venezolano ha cambiado sus aspiraciones (Archivo)
GABRIELA TURZI VEGAS |  EL UNIVERSAL
viernes 26 de octubre de 2012  08:05 AM
Caracas.- Tras haber obtenido más de 8 millones de votos en los comicios del 7 de octubre, el presidente Hugo Chávez, quien fue ratificado para un tercer mandato no deja dudas de un alto nivel de  popularidad pese a las distintas movilizaciones y protestas llevadas a cabo en el período previo al proceso electoral y que se mantienen dos semanas después de celebradas las elecciones.

Transportistas que bloquean el tránsito para exigir a las autoridades hacer frente al hampa, damnificados que solicitan la adjudicación de viviendas y trabajadores que elevan sus voces para pedir la cancelación de deudas salariales son parte de los reclamos.

El psicólogo social Axel Capriles da luces sobre este fenónemo y las características de la sociedad que ha decidido mayoritariamente mantener al Jefe de Estado en el poder y las aspiraciones que  motivan a esta mayoría.

¿En qué tipo de sociedad se ven estos escenarios?

En una sociedad confundida y desorientada, en una sociedad dependiente con un Estado paternalista que ha desarrollado un vínculo clientelar, con una población azotada por la carencia y en niveles de supervivencia. Ocurre en colectividades con escaso capital social y cultura de pobreza. Es el joven eterno que se queja de la alimentación en la casa de los padres pero que no tiene los medios ni se atreve a abandonar la habitación paterna para comenzar una vida por sus propios medios.

En Venezuela, la inclusión siempre se planteó en términos del reparto de la renta petrolera, en términos de derechos, nunca de deberes. Esta orientación hacia los derechos sin contrapartida de deberes crea una demanda de reparto contínuo.

¿Qué tipo de liderazgo se reeligió el 7 de octubre?

El del caudillo permisivo y protector a la vez que justiciero y vengador, es el líder de la revancha. Es el caudillo personalista que impera sobre la norma. Es el hombre fuerte y arbitrario que inspira respeto pero que también es flexible y permisivo, ya que da cabida a conductas anárquicas en medio de una peculiar mezcla de autoritarismo y caos. Es un liderazgo que ha diluido las fronteras entre lo privado y lo público.

¿Esa mayoría que ratificó al presidente realmente cree que vive mejor con el actual Gobierno o es una aspiración que aún mantiene?

Muchos sienten que realmente viven mejor. Venezuela es una sociedad que se ha venido empobreciendo paulatinamente desde los años 80 y ha declinado en sus niveles de aspiración. Los venezolanos de hoy en día no tienen las mismas fantasías y metas que en los años 60 cuando nos veíamos a nosotros mismos como el ejemplo de posibilidades y desarrollo de América Latina. En los últimos años, además, la sociedad venezolana se ha visto enfrentada a procesos que llevan a la desesperanza aprendida. En estado de desesperanza, una pequeña dádiva del Estado es sentida como una gran mejoría en el nivel de vida. El venezolano aspira a un humilde Barrio Adentro, no a un ultramoderno e inclusivo sistema hospitalario como el canadiense.

¿Entonces por qué se generan las protestas?

Por más reducida que sean sus aspiraciones, el regalo del Estado genera expectativas de recibir más y el choque entre la realidad y las expectativas produce la protesta. No es una protesta, sin embargo, en contra de las políticas del gobierno, en pro del cambio, sino una protesta que exige más de lo mismo, que iguales políticas sean más extensivas, que haya más reparto de una riqueza que está allí y es de todos. El don sin contrapartida de retribución, ni obligación de reciprocidad, produce voracidad.

El gobierno ha sembrado, a contracorriente de su retórica, un parasitismo social tremendamente pernicioso y contrario al empoderamiento popular. Siembra dependencia con un discurso de dignidad e independencia.

¿Qué papel juega el miedo dentro de la sociedad venezolana; no solo como elemento electoral sino como parte de su cotidianidad?

Cuando analizamos los resultados electorales, encontramos, a primera vista, que el miedo no tuvo un papel tan importante como habíamos imaginado. En el Estado Bolívar, por ejemplo, vimos una amplia votación por la oposición en zonas pobladas por los trabajadores públicos de las empresas de Guayana. El chavismo ganó pero sobre todo en las zonas empobrecidas de San Félix. No podemos, sin embargo, tener una visión tan literal de la psicología del miedo. El miedo es una pasión que descalabra en lo más profundo el sentido de valía y autoestima del individuo. Y en este aspecto, es un determinante fundamental de la sumisión. El venezolano vive en miedo perpetuo, no sólo el miedo político, el miedo a que lo despidan del trabajo, sino el miedo más básico, el miedo a la muerte súbita, a la muerte de los seres queridos. Si recuerda la teoría central del pacto social en Hobbes, el miedo a la muerte violenta es lo que lleva a los seres humanos a aceptar el dominio del Leviatán.

¿Qué otros factores hacen que el chavismo siga marcando la pauta?

La manipulación de la esperanza. El manejo anecdótico de la propaganda. Aunque la política habitacional del gobierno sea ineficiente como agregado colectivo y de manera general, la entrega de una vivienda a un familiar particular sirve de relato anecdótico para mantener la esperanza de todo el círculo de personas alrededor del beneficiado. El uso balanceado de la esperanza y el miedo es la receta más común del dominio político.

La ilusión de protagonismo del pueblo. La sensación de ser el actor principal de los acontecimientos, a pesar de rendirle, paradójicamente, culto a la personalidad del líder.

Es, también, un liderazgo por resentimiento que permite canalizar la rabia y la frustración hacia terceros, y esto es lo más interesante desde el punto de vista psicológico porque da vías de salida y escape a la frustración y agresión que las mismas políticas de la revolución producen.

¿En cuáles características del venezolano se afinca el chavismo para mantenerse como fenómeno político?

Es representativo de un conjunto de rasgos de carácter social muy frecuentes en la población, locus de atribución externo, inmediatismo, individualismo anárquico, desapego a la norma. Hay, pues, elementos de identidad que lo convierten en una fuerza conservadora y preservadora del estatus quo. Resume la cultura de la pobreza que envuelve a una parte importante de la población. Al expresar valores compartidos se convierte en una defensa en contra de las actitudes opuestas. El chavismo no es revolucionario, es todo lo contrario, una fuerza conservadora, que inhibe la posibilidad de cambio y transformación de la consciencia colectiva.

¿Ante este panorama cuál es el papel de los más de 6,5 millones de venezolanos que apostaron por otro liderazgo?

Tienen un papel principal en la contención de las pretensiones totalitarias y en la instrumentación de una cultura política más amplia que dé cabida a la sociedad civil como contrapeso del Estado. Tiene el reto de construir una propuesta de inclusión social que no destruya las motivaciones de superación y competencia personal que hacen posible el desarrollo humano sostenible.

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