Un dia lo vi en la Habana; a proposito del racionamiento
A propósito de la
tarjeta de alimentacion de Maduro
Un día lo vi en La Habana
Leonardo A. Montilla
Hace unos cuantos años, exactamente
en agosto de 1990, a propósito de un encuentro latinoamericano de Ateneístas,
tuve la oportunidad de mi primer viaje a la Habana, ciudad histórica, de
recuerdos, calles húmedas y mausoleos de todo tipo. Temperatura de húmedo
calor, y salsosas mujeres de ojos grandes y cuerpos esbeltos. En uno de esos días
que pasamos por allá, se me ocurrió ir, la curiosidad de buscar justificación a
mi solidaridad de aquel momento, a ver cómo era la "Justa distribución de
alimentos" que la revolución hacía para que todo el pueblo comiera. Fui a
un centro de distribución alimentaria en uno de los barrios de la Habana vieja,
observe una de las tantas y enormes colas que los cubanos hacen para conseguir
los productos de primera necesidad, en aquel momento y a pesar de mi
solidaridad con el régimen, pensaba, "menos mal que en Venezuela esto no
pasa", a ironía, estábamos en los tiempos del decadente bipartidismo adeco-copeyano
y había de todo, yo en la Cuba socialista veía la "justicia social"
que tenían en nombre de la revolución. Recuerdo una señora, mayor ella, que
presento su libreta de racionamiento, luego de la respectiva colita, para
adquirir el asunto en cuestión, de pronto, un reclamo en alta, grosera y
comunista voz se escuchó de parte del oficial de la guardia revolucionaria que
vestido de verde oliva y boina roja, decía a la anciana que como se atrevía a
volver a solicitar "insumos alimenticios" fuera de lo que le correspondía
en su libreta, que como habían consumido en 15 días lo otorgado (pagado no
gratis) según la libreta y que debía durar un mes, que dicha conducta era
propia de los gusanos antirrevolucionarios, de los mercenarios, de los que no querían
la patria, un lujo de regaño pues; la anciana le explicaba que su nieta acababa
de dar a luz y se encontraba delicada de salud, por lo tanto no podían
sostenerse con lo poco que había llevado en el momento que le toco antes.
Recuerdo que una joven que dijo identificarse como dirigente del CDR (comité
de defensa de la revolución) de la calle Cárdenas, exigió respeto a la ayuda
solicitada por la anciana, a lo que recibió toda una respuesta ideológica por
parte del oficial antes mencionado, quien para ese momento ya había ordenado a
dos uniformados de menor rango sacaran a la señora del mostrador donde estaba
tratando de comprar sus alimentos. En ese momento nos invadió la rabia y la indignación
ante tamaña injusticia, hice el respectivo gesto de inconformidad, pero una
buena amiga de aquel momento la Periodista y escritora Ela Díaz, quien me
acompaño en ese paseo por la Habana vieja, casi que ordeno, " oye no te
metas en eso, que después me perjudicas a mí". Con mi rabia observe como
la anciana se retiró caminando a paso lento sin nada que llevar, y con un pesar
que se le notaba a la distancia. Cuando llegue al Hotel, comente con Marlene
Briceño y Miryan Godoy lo ocurrido, no di mayores detalles porque la
solidaridad militante de esos años me lo impedía, pero la vergüenza y el silencio
marcaron el resto del viaje. (La foto que ilustra este comentario es en el
llamado palacio de la Revolución, durante el viaje en referencia,)
Hago este recuento a propósito de las
declaraciones del ministro de alimentación del gobierno represor de Maduro,
donde indica que la tarjeta electrónica de alimentación es para controlar el
consumo de los venezolanos. Una visión totalmente autocrática, sacada del
recetario comunistoide que impera en la cuba socialista, arruinada y triste. La
tragedia económica, la perdida de nuestra calidad de vida, es el resultado de
las equivocaciones, errores e incongruencias de una elite cívico-militar que
pretende imponernos un régimen oprobioso, sin libertad y donde solamente campea
la corrupción, la muerte y la frustración. Esto es el legado del difunto
presidente. Su responsabilidad así como la responsabilidad de dicha elite es histórica
para decirlo en términos izquierdosos. La idea de la fulana tarjeta de consumo
es una muestra de este fracaso. Lo más probable es que lo que vi en la Habana
en el 90, lo veamos en Venezuela en el 2014. El país debe resistirse a ello,
nuestra naturaleza democrática la cual se impone hoy día a día en la calle de
la mano de nuestra juventud impedirá este triste episodio.
@LeoMontilla
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