Despedida a Ernesto Aldana JH

Despedida a Ernesto Aldana
                                               José Hernández- JH
No me había sobrepuesto totalmente de la profunda tristeza que significó la muerte de mi padre en días recientes, cuando el día viernes 26, justo el día que cumple años mi hijo Daniel, recibí la llamada de mi hija Grecia participando con profunda tristeza que el ya maltrecho corazón de mi buen amigo Ernesto Aldana se había paralizado.
Por allá en la década de los setenta, para ser exactos en 1973, siendo menor de edad me incorporé en la campaña electoral a favor de José Vicente Rangel, apoyada por el recién nacido movimiento político el Movimiento al Socialismo, MAS. Ese MAS fresco, transformador y hermoso, ese MAS de mis tormentos como diría Cabrujas. De eso ya han pasado muchos años.
Por esa época asistí a una reunión en la casa del doctor Víctor Valera Martínez allá en Trujillo. Su esposa Dalia me presentó a Ernesto. Boina roja en su cabeza, tejida por esa noble mujer. Todos venían del partido comunista, pero empalagados con la fundación del MAS. En ese entonces Ernesto se transformó en un referente como líder juvenil y estudiantil de la época a lo largo y ancho del estado Trujillo; no en vano fue el primer presidente del centro de estudiantes del recién fundado Núcleo Universitario Rafael Rangel, y fue precisamente allí en el NURR cuando comenzó a brillar ese cocuyito con luz propia a lo largo y ancho del firmamento trujillano.
Los trujillanos de la capital comenzaron a percatarse que de las entrañas de la Lameda arriba, había nacido un líder. Un líder de verdad, con sonoro verbo, con discurso irreverente, con porte de nobleza. Y fue precisamente ese pueblo trujillano quien lo eligió concejal del MAS, en una tierra donde solo se respiraba el liderazgo de AD y COPEI. Este líder juvenil irrumpió con tal fuerza y con tanta simpatía que su liderazgo se comenzó a sentirse por todos los rincones de Trujillo.
Recorrimos juntos nuestro estado, ganando elecciones estudiantiles de la época, sembrando al MAS en el movimiento estudiantil, y transformándolo en la primera fuerza política de los jóvenes de nuestra región. Con el Núcleo a la cabeza ganamos casi todas las elecciones estudiantiles en liceos emblemáticos para ese entonces: el Rafael Rangel de Valera, el Cristóbal Mendoza de Trujillo, Dalla Costa de Boconó, el Antonio Nicolás Briceño, el Antonio José Pacheco, el Emiro Fuenmayor. Los liceos de Escuque, Rafael Rangel, Monay y Pampan; en definitiva era un movimiento de cambio con la fuerza que da la pasión juvenil. Uno de los principales líderes de esos acontecimientos era mi compadre Ernesto Aldana que sobresalía por su capacidad de organizar y planificar la confrontación política.
Tuvimos desavenencias internas dentro del MAS, dado que él fue el primer promotor de la candidatura de Teodoro Petkoff, en el partido del puño, y otros respaldamos a José Vicente y a Pompeyo Márquez.
En plena confrontación Teodoro vino a Trujillo y se hizo compadre de Ernesto Aldana, al igual que Leopoldo Puche. Su raíz de hombre de izquierda, de pensamiento de socialismo democrático lo transformó en un líder que ha participado de forma directa en todos los acontecimientos políticos que se han vivido en Trujillo en los últimos 40 años.
Una vez le dije en Valera, en un viejo bar que ya no existe, libando unas espumosas, que de tener más hijos en el transcurso de mi vida lo haría mi compadre. Así fue. Cuando vino al mundo mi hijo Emmanuel Isael, hoy de 10 añitos, lo llamé a Trujillo para pedirle que fuésemos a la Iglesia San José, para cumplir ese deseo y esa promesa con quien, al pasar de los años, lo llegaría a conocer profundamente.
Ya no solo transitábamos el camino de la política, que lo hizo ser diputado del parlamento del estado y uno de los principales líderes que ha enfrentado a este régimen. El compadrazgo lo transformamos en una sólida amistad a prueba de miserias; y pude conocer de cerca su nobleza y solidaridad.
También ver infinidad de veces gestos de amor y cuidado para con sus hijos. Sobrados momentos tuvimos para ser ambos paño de lágrimas uno del otro.
Dijo otro gran amigo, Pedro Bracamonte, en un texto que le leí el cual decía: “Los amigos solo se pierden cuando se olvidan”. Pues yo debo decir, desde el sótano de mi alma, que mientras yo viva recordaré a este caballero de la amistad. Así será hasta mi último aliento. Tengo la inmensa satisfacción de saberme querido y apreciado por él durante tantos años.
Por eso dije que la muerte atravesada, en estos tiempos decembrinos y de algarabía, vino a arrugar miles de corazones; para entristecer a sus seres más queridos y para dejarnos una sensación de vacío, de hueco profundo. El tiempo podrá amainar el dolor y la tristeza, pero nunca se podrá olvidar a quien fue mi compadrito del alma.

JH

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