Articulo de Ibsen Martinez- elpais.com 30/04/2014
PETKOFF NO LE TIENE MIEDO AL TIEMPO
Ibsen Martínez/elpaís.com
Miércoles, 30 de abril de 2014
Frente a los intentos del poder
venezolano para estrangular a la prensa opositora, uno de los editores más
valientes prosigue incansable el combate por un centro-izquierda liberal que no
se deje tiranizar
Petkoff no le tiene
miedo al tiempo
Cuando Teodoro Petkoff escribió el
primer editorial del matutino Tal Cual, a comienzos de 2000, no vaciló en
titularlo: ¡Hola, Hugo!
No era el saludo de un editor
simpatizante, logrero y adulador, sino el juguetón anuncio de que una de las
voces más autorizadas y valientes de la oposición venezolana volvía a la
brecha.
Pocos meses atrás, Hugo Chávez,
entonces en la primavera de su largo y vociferante mandato, pudo ufanarse de
haber acallado una de las voces más autorizadas de la prensa de oposición.
Teodoro Petkoff se había estrenado, apenas el año anterior, como director de El
Mundo, una de las “marcas” de la Cadena Capriles, el más poderoso grupo
editorial venezolano, hoy propiedad de empresarios afectos al régimen chavista.
Ya entonces sesentón, Petkoff, que
había sido comandante guerrillero en los años sesenta del siglo pasado,
dirigente político de raza donde los haya y polémico ensayista de temas
políticos de rango internacional, no había estado nunca al frente de un diario.
“Acabo de darme cuenta de que nací solo para esto”, me dijo un día, risueño y
orgulloso.
Era verdad: la circulación del
diario, otrora un vespertino insoslayable, andaba ya por los suelos cuando la
directiva de la Cadena pensó que designar como director a una personalidad
política opositora, a la vez prestigiosa y controvertida, quizá pudiese insuflarle
algo de aliento. Pero ni ellos mismos imaginaron el boom que experimentaría El
Mundo bajo la dirección del catire, como en Venezuela llamamos a los rubios.
Petkoff no iba a ser, sin embargo, la
figura tutelar de un diario que hace enroques en la plantilla y sugiere
inconducentes cambios en la diagramación. Su infatigable espíritu desafiante e
innovador llevó a aquel diario en apuros no solo a aumentar espectacularmente
su circulación, sino a ser el posgrado de una generación de jóvenes periodistas
de investigación que hoy brillan con luz propia en la batalla del periodismo
independiente venezolano contra las arremetidas del régimen de Maduro.
Para sortear la escasez de papel
manejada por el Gobierno, el matutino 'Tal Cual' migra a la Red
El mejor propagandista que jamás tuvo
El Mundo fue el propio Hugo Chávez. Más de una vez, iracundo y tonante, mostró
en televisión los flamígeros titulares de Petkoff o leyó algún, para él,
urticante fragmento de sus editoriales. Fue solo cuestión de tiempo el que la
Cadena Capriles cediera a las presiones de Chávez y Petkoff no tuviese más
camino que renunciar. Pero el catire no se fue a casa.
Movió cielo y tierra y, con ayuda de
sus muchos amigos, en poco tiempo apareció Tal Cual, el influyente matutino de
periodismo interpretativo que hoy circula en medio de los ataques más violentos
a la libertad de expresión que haya visto Venezuela en los últimos cincuenta
años.
Durante quince años no ha cejado un
solo día el designio de Chávez y sus herederos políticos de estrangular la
libertad de expresión en Venezuela, sin contemplaciones y por todos los medios
a su alcance.
Comenzó, ya en vida de Chávez, por la
expropiación y el cierre arbitrario de emisoras de televisión, la asfixia casi
total de la radio y la aprobación de tiránicas leyes que, junto a descabelladas
sentencias judiciales, estimularon la autocensura en todos los medios.
Últimamente se ha añadido el hostigamiento financiero al suministro de papel y
la “compra de censura” gracias a la adquisición de medios por capitales afectos
al régimen, sin que haya faltado la paliza pura y dura y el encarcelamiento de
periodistas.
Desde que la protesta llegó a calles
y plazas, hace más de dos meses, con un saldo que sobrepasa ya cuarenta muertes
violentas, diversas organizaciones venezolanas, como el Sindicato Nacional de
Trabajadores de la Prensa y el Observatorio Penal Venezolano, contabilizan 111
periodistas heridos durante los disturbios y despojados de sus equipos, que, a
menudo, han sido luego destruidos por las fuerzas antimotines. Tal Cual no
podía salir indemne de una arremetida semejante contra la libertad de
expresión.
Esta vez, el ataque cobra la forma de
una acción judicial que invoca algo muy socorrido por el autoritarismo
neopopulista latinoamericano, desde Correa en Ecuador hasta Cristina Kirchner,
en Argentina: el delito de prensa contra el honor de un alto funcionario.
EL PAÍS reseñó, el pasado 18 de
marzo, la acción contra el tabloide emprendida por Diosdado Cabello, presidente
de la Asamblea Nacional y tenido como segundo hombre fuerte del régimen: “Un
juzgado de Caracas admitió hace casi dos semanas una demanda en la que Cabello
acusa al diario de haber cometido ‘difamación agravada’ contra su persona.
Además de compensaciones pecuniarias, el jerarca oficialista pide penas de
prisión para Petkoff, para los integrantes de la junta directiva del diario y
para el autor de la nota en la que presuntamente se habría expuesto a Cabello
al descrédito, Carlos Genatios, un exministro de Chávez y ahora disidente del bolivarianismo”.
El chavismo no ha cejado un solo día
en su designio de acabar con la libertad de expresión
Petkoff no ha perdido tiempo en
contraatacar, y en una denuncia presentada ante la Fiscalía General hizo notar
que Cabello otorgó poderes a su representante legal 23 días antes de que el
matutino Tal Cual presentara el artículo que supuestamente vulnera la
reputación del presidente del Parlamento. Suficiente para sospechar de una
emboscada preparada de antemano y que aprovecharía cualquier excusa, por nimia
que fuese. Ya en 2007, Tal Cual debió pagar el equivalente a 20.000 dólares de
multa por una nota humorística que mencionaba a la hija del extinto presidente
Chávez.
De ancestro búlgaro, Petkoff
rápidamente se convirtió en icónico modelo para el revisionismo marxista
latinoamericano cuando, en 1971, junto con un distinguido grupo de antiguos
camaradas, se separó del Partido Comunista para fundar un nuevo partido, de
orientación moderada. En aquella época, Gabriel García Márquez donó todo el
dinero del premio literario Rómulo Gallegos, ganado por su obra Cien años de
soledad, para la compra de la rotativa del joven partido. En el proceso,
Petkoff se ganó las fulminaciones de pesos completos del estalinismo
internacional, como el premier soviético LeonidBrézhnev y el filósofo francés
Jean-Paul Sartre.
Treinta años más tarde renunció a su
propio partido cuando su dirección decidió apoyar a Hugo Chávez en las
elecciones presidenciales de 1998. Admirador confeso de Clint Eastwood y de sus
dotes para la reingeniería personal, Petkoff inició entonces una segunda
carrera como editor. Hoy, ante la escasez de papel que maneja interesadamente
el Gobierno, ha dispuesto que Tal Cual migre por completo a la Red. “No nos
callarán”, afirmó tajante, en un editorial.
Durante el tiempo en que mi propia
generación fue joven, tuvo en Teodoro Petkoff el mentor emulable que llamó
nuestra atención no hacia el mayo francés, sino hacia la primavera de Praga,
dando así empuje a una disposición de “centro-izquierda liberal” que no nos ha
abandonado.
“Ha sido uno de esos personajes que
se confunden con su leyenda”, escribe de él, recientemente, el venezolano Jean
Maninat, destacado exfuncionario de la OIT, “que se exponen por lo que creen y,
con el mismo valor, pueden reconocer que estaban errados. La modestia de sus
costumbres contrasta con la escandalosa ostentación del poder que hacen quienes
hoy pretenden acallarlo en nombre de un socialismo del siglo XXI que no es más
que un espantapájaros relleno de petrodólares y la cabeza vacía de ideas”.
Hace poco, en el programa de
televisión que condujo en Globovisión hasta poco antes de que fuese adquirido
por capitales adictos al Gobierno, Petkoff afirmó: “Cada vez que un
corresponsal extranjero me pregunta por el socialismo del siglo XXI, respondo
que no rompí con un totalitarismo del siglo XX para terminar tolerando
cualquier otra forma de tiranía en el actual”.
En 1983, comentando la candidatura
presidencial de Petkoff, Gabo, su amigo, escribió de él: “Teodoro no le tiene
miedo al tiempo, y eso es tal vez lo que mejor define su vida: le alcanzará
para todo”.
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