Articulo de Jean Maninat
¿Resurge La Antipolítica?
Jean Maninat
Entre los pasajeros de esa nao
maltrecha por la represión y la muerte que es la nación; asediada por dos
fuertes vientos encontrados, con las maderas crujiendo y la velas golpeando
agitadas en medio del temporal que la tripulación roja convocó y ahora no encuentra
cómo capear, viaja de polizón: la antipolítica.
Es una dolencia que trasmuta;
asumiendo distintas expresiones -unas más virulentas que las otras- pero que
persistentemente va mermando el ánimo democrático, la confianza en que es
posible cambiar el rumbo de un país de manera pacífica, orientando con inteligencia
las grandes convulsiones, impidiendo los enfrentamientos fraticidas a los que
históricamente han conducido los aprendices de brujo totalitarios. En algunos
casos corresponde a una maquinación para desplazar liderazgos establecidos,
para incitar el quítate tú para ponerme yo a ritmo de vanidad; o para sacar al
aire alguna que otra mugrienta factura que se guardó por años en el monedero.
En otros, es el producto de una genuina indignación que, atizada por la
impaciencia, suele convertirse en rabia para pronto dar paso a ese estado de
modorra política, ajeno a todo estímulo organizativo para lograr un cambio
cualitativo de la situación que se quiere superar. Alimenta el tránsito que va
desde el combativo “para atrás ni para recoger bombas lacrimógenas” al
empijamado “no mi amor, aquí ya no hay nada que hacer”. Allí reside uno de los
principales peligros que confronta la dirección opositora.
La imprescindible unidad de la
oposición -sin la cual no habrá cambio posible- requiere el reconocimiento de
que hay posiciones diversas y un gran objetivo: ser mayoría en el país. Pero no
basta con declaraciones y saludos a la bandera unitaria, como hasta ahora. Se
requieren hechos. Los estudiantes siguen dando su dolorosa cuota y la gente
sigue animando la protesta pacífica en las calles. Quienes dirigen a la
oposición están en deuda para encontrarle un cauce a tamaño esfuerzo. O
inventamos o erramos -con el perdón del maestro Simón Rodríguez, a quien tanto
debemos por importunarle la paz eterna repitiendo la misma cita- si queremos
que la energía acumulada no se diluya en descorazonados cantes jondos.
No pareciera pertinente esperar a que
el desenlace -cualquiera sea- le dé la razón a una u otra de las opciones en
disenso en la oposición. Ahora que es evidente que la salida se construye y no
se determina a priori; convendría establecer un programa común de todos los
sectores, que convoque más allá de los convencidos, y constituya un
relanzamiento de la oposición conjunta, fortalecida por la energía
contestataria que se ha generado.
La situación social y económica del
país se está degradando -más aún, de ser eso posible- y la incapacidad de la
burocracia roja para enmendar su despropósito es cada día más evidente. Los
sectores populares son las primeras víctimas de tanta ignominia, pero están
forzados a encontrar de qué alimentar a sus familias primero y a escabullir el
sorteo de la inseguridad cotidiana de segundo -según nos dicen las encuestas-
sin encontrar todavía en el horizonte una propuesta política, en base a iniciativas
concretas, que los aliente a asumir que es posible vivir de otra manera.
Acordar esa propuesta y defenderla unitariamente es la tarea pendiente sin la
cual no se cerrará el círculo del cambio. No basta con denunciar, hay que
convencer.
Mientras miles de trabajadores
sortean las guarimbas para ir a trabajar, el
Gobierno se ocupa de infiltrarlas, remedarlas, o montar las propias,
para desvirtuar el propósito pacífico de las protestas democráticas. Quienes las
aúpan, no están pensando en las vidas jóvenes que están en la primera línea.
La antipolítica se alimenta de la
insatisfacción sincera de muchos, para satisfacer las ansias de figuración de
unos cuantos. Es el veneno que causa la necrosis de las ansias de cambio, el
que paraliza voluntades intentando destruir a quienes las encarnan. Alaba a
unos y quiere sepultar a otros, según el ritmo de sus propios motivos. Es mucho
lo que se ha logrado y más lo que se puede perder si la dejamos prosperar. Está
en nuestras manos neutralizarla.
Jean Maninat
@jeanmaninat
Me parece que esa teoria es factible a corto plazo pero a donde va el pais a mediano y largo plazo la vaina no la aguanta nadie el pais cada dia se desmorona y llegara el momento que el colapso sera total e irreversible...saludos mi pana...seguimos en la lucha ok
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