TEODORO Y TALCUAL
Teodoro y TAL CUAL/ 14/04/2014
Como si no fuera suficiente haber
logrado amordazar a buena parte de los medios de comunicación vía la censura
comprada o la autocensura, como si no bastara con el uso abusivo de las cadenas
de televisión para invadir groseramente las pantallas, como si no les colmara
amedrentar a los periodistas, camarógrafos y ayudantes de los medios
internacionales que cubren el país; ahora los jerarcas rojos la emprenden
contra el diario Tal Cual, su director Teodoro Petkoff y la junta directiva de
la empresa, con una rocambolesca demanda plagada de irregularidades que
iluminan con luces de neón la burda patraña del intento. ¿A alguien puede
sorprender que sea el presidente de la AN, el encargado de la factura y su
puesta en marcha? ¿Quién sí no? Sorprende, eso sí, la ingenua pretensión de
acallar a alguien que se ha caracterizado por una recia disposición para el
debate público a través de su polifacética actividad política.
Teodoro ha sido un referente de la
vida política venezolana, fundador junto a Pompeyo Márquez -la lista de los
otros cofundadores es larga- de uno de los proyectos políticos más originales y
prometedores que tuvo el país: el MAS. Ha tenido la rara capacidad de combinar
una disposición para desarrollar un pensamiento práctico que inspiró una nueva
manera de concebir la izquierda y las labores de la militancia partidista. Uno
de sus libros: Checoslovaquia: El socialismo como problema (1969) fue una obra
que desde la óptica de la izquierda -en plena guerra fría- razonó sobre las
perversiones que corroían la quimera comunista, haciendo un llamado a deslindar
la lucha por la justicia social de la ortodoxia marxista-leninista soviética.
Le valió la excomunión del Kremlin y sus acólitos. Hoy tal empeño luce
arqueológico -el muro de Berlín cayó hace 25 años- pero como en las sagas
faraónicas de Hollywood, las momias siempre regresan para recordarnos que el
pasado es persistente. Basta con darse una vuelta por Miraflores para
cerciorase.
El MAS no fue lo que pudo haber sido
y cada quien elaboró su post mortemparticular. A las luchas internas zoológicas que lo fueron extenuando,
siguió una diáspora de militantes hacia propósitos más plausibles de ser
realizados. Artistas plásticos, dirigentes sindicales, profesionales, escritores,
dramaturgos, trabajadores, cineastas, publicistas, actores, politólogos, reconocidos profesores universitarios en el
país y en el extranjero, en algún momento estuvieron ligados al proyecto
masista o portaron un carné naranja en la cartera. Faltó el suficiente afecto
electoral para que la empresa cuajara.
Teodoro tuvo luego una pasantía
controvertida en el segundo gobierno de Caldera, preludio del derrumbe de la IV
República. Cuando él y Pompeyo renunciaron al partido que habían creado -por el
apoyo que su Dirección Nacional diera a Chávez- se convirtieron inmediatamente
en las cabezas visibles de la crítica que desde la izquierda se le hacía al
chavismo emergente. Todavía muchos estaban embrujados por la personalidad del
exmilitar golpista.
A la manera de los viejos luchadores
sociales del siglo XIX, que se equipaban de una imprenta para producir algunas
hojas impresas y registrar los aconteceres de las luchas obreras, emprendió, ya
sin partido, la tarea de poner en marcha un periódico para denunciar la deriva
autoritaria del chavismo y los nefastos resultados de su gestión económica.
Pocos, entonces, pensaron que tendría éxito. Y, sin embargo, hoy el poder
desquiciado y represivo se lo quiere arrebatar.
Ha sido uno de esos personajes que se
confunden con su leyenda, que se exponen por lo que creen y pueden reconocer
con el mismo valor que estaban errados. (Cualquier reseña de su recorrido vital
recordará, al lado de su empresa intelectual y política, sus cinematográficas
evasiones de los centros de detención a los que fue confinado. En aquellos
tiempos, los perseguidos políticos no se entregaban, se fugaban). La modestia
de sus costumbres contrasta con la escandalosa ostentación del poder que hacen
quienes hoy lo quieren acallar, paradójicamente, a nombre de un socialismo del
Siglo XXI que no es más que un espantapájaros de paja relleno con dólares y la
cabeza vacía de ideas.
Nuestra solidaridad con Teodoro y Tal
Cual, es una manera de rendirle homenaje a tantas hojas escritas que han sido
incineradas y a las imprentas que han sido confiscadas por la barbarie
autoritaria en su lucha contra la libertad. Y también una forma de decirle: ¡Sí
podemos!
Jean Maninat
@jeanmaninat
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