La orden está dada.
Pompeyo Márquez
 
Jorge Rodríguez ha hecho carrera a partir de sus funciones en el referendum del 2004, cuando al lado de Francisco Carrasquero obedecían ciegamente las directrices de Chávez de darle larga a la fecha de la consulta hasta tanto lograra cambiar, con la ayuda directa de Fidel Castro, la mayoría en su contra que existía en ese momento. De allí salió Rodríguez premiado para la vicepresidencia y Carrasquero para el TSJ.
Ahora es él quien da las órdenes a Tibisay Lucena, y al mismo TSJ. Ya declaró que lo que irónicamente se denomina “máxima instancia” rechazará el acto de impugnación a un proceso electoral viciado desde la A hasta la Z.
Sería interesante que Rodríguez leyera un pequeño texto escrito en 1688 por el pensador inglés John Locke, cuya magnitud e influencia en la historia de las ideas es notoria. Dice Locke: “Ningún hombre puede, aunque quiera, conformar su fe a los dictados de otro hombre.”
Jactarse de que se tiene el dominio de todos los poderes, que todos se encuentran en un sólo puño, es asfixiar a la sociedad. A eso se le llama totalitarismo. Y los regímenes con ese signo están condenados irremediablemente al fracaso.
Rodríguez, y Maduro lo respalda, da la orden de rechazar la impugnación, pero ello no borra las irregularidades, ni que Capriles es mayoría. Lo hacen porque están apoyados por una cúpula de las Fuerzas Armadas, porque se sienten que tienen las armas y el poder. No porque tengan la razón. No convencen, como decía Unamuno.
Capriles está claro con los tiempos, con la posibilidad del rechazo. Trabaja a dos tiempos, y con paciencia. Uno, en el marco institucional y la denuncia de sus deficiencias; otro, como gobernador de Miranda. Los actos de masas de Táchira y Mérida, son su mejor respuesta y encuesta. Multitudes lo acompañan. Tranquilo y sin nervios señala:
“De repente no viene unas elección presidencial primero, pero viene una elección de alcalde. Tienes una oportunidad de arrasar.” (EN 12/5/13)
Así es la lucha, siempre hay que estar movilizados no sólo para elecciones sino para las luchas cotidianas contra la inflación, la escasez, por el empleo, la vivienda, la vivienda. En pocas palabras: por mejores calidad y condiciones de vida y de trabajo. Y siempre: por las libertades democráticas. Mucho despliegue en la arena internacional. Felicitaciones a todos aquellos que han puesto el nombre de Venezuela en alto y la decisión de nuestro pueblo de vivir en un régimen pleno de libertades.
En el centro de todo este movimiento está el solidificar su unidad social y política. Con la mayor amplitud: una unidad nacional que comprenda la inmensidad de las tareas a realizar. No será fácil, pero alcanzaremos la reconstrucción del aparato productivo y el funcionamiento democrático de las Instituciones.
Jorge Rodríguez da la orden, el TSJ la acata. No es ninguna novedad. Ya han llegado al descaro. Antes lo hacía, pero en privado. La prepotencia  y el ego del psiquiatra lo hacen actuar con desfachatez. Veremos quién vence al final. Esta no es una carrera corta sino de resistencia.
Capriles lo ha dicho y por eso no se desespera. Las sociedades no se dejan asfixiar, y la prueba más evidente son los resultados del 14 de abril. Sorprendieron a algunos, pero para otros fue el fruto de una resistencia continuada contra una autocracia militarista con tendencia totalitaria que es la que hereda Maduro.
 

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