AGUA, POLARIZACIÓN Y
QUIEN SABE QUE MAS??
@LeoMontilla
La polarización política en Venezuela, elemento divisor de
la sociedad venezolana, ha copado todos los estratos de la vida pública de la
nación, diferentes motivos de la existencia venezolana son ahora parte de la
lucha de clases, de pobres contra ricos, aun los más elementales, la democracia
participativa propuesta por el actual presidente venezolano y su proyecto
político, tiene en el discurso que divide el caldo de cultivo para mantener sus
querencias y sus apoyos, mientras la sociedad venezolana se desgarra en una
compleja contradicción de angustias y alegrías.
El drama de los servicios públicos, al igual que el
terrible flagelo de la inseguridad, el cual afecta por igual a todos y a todas,
es parte de ese discurso de exclusión que se maneja desde las altas esferas
gubernamentales, convirtiéndose en elementos de la polarización. El Agua
potable servicio público que ha pasado a ser un derecho humano, su acceso, que
está dentro de las metas del milenio es hoy en día parte de de esa pugna
clasista que se ha inventado y se refuerza todos los días para satisfacción del
poder y su visión autocrática del país. La Naturaleza, el hábitat, los recursos
no renovables han tenido en la revolución socialista de Hugo Chávez una manera de reducir su horizonte sustentable.
Recientemente una decisión del TSJ, Tribunal Supremo de
Justicia, que prohíbe a cualquier ciudadano hablar públicamente de este
problema so pena de ser enjuiciado, a propósito de las crecientes protestas y
elevados reclamos por la contaminación del agua Potable en Venezuela, hecho que
va desde derrames petroleros, hasta desforestación por razones de “negocios” de
altos jerarcas socialistas, genero una controversia en todo el país. La
criminalización de la protestas popular en función del reclamo ciudadano por la
vida, porque la naturaleza y el agua son eso vida, fue maniatada por la débil y
dependiente institución de la justicia venezolana para complacer la solicitud
del ejecutivo y del presidente quien niega tal hecho como verdad, mientras en
el seno del pueblo reina la polémica y se sienten los efectos.
El periodista Luis Manuel García del CNP escribía a
propósito de esta irracional medida
..”El agua es un elemento indispensable para la vida. No
por casualidad, los divulgadores del extinto INOS (Instituto Nacional de Obras
Sanitarias) acuñaron el lema “El agua es vida, no la malgaste”. Según los
biólogos, el cuerpo humano está conformado por agua en un 80% y es el agua uno
de los cuatro elementos –junto al aire, la tierra y el fuego- descritos como
fundamentales por los filósofos de la antigüedad.
Resulta pues
imposible erradicar al agua, no sólo de nuestra vida cotidiana, sino de nuestra
manera de pensar, de nuestra idiosincrasia y nuestra cultura. Por cualquier
incidencia el agua entra en las conversaciones, desde las más frívolas hasta
las más densas y profundas. En tal sentido, los ejemplos son incontables, pero,
desde luego apenas señalaremos unos pocos para ilustrar la cuestión:
En presencia de alguien tranquilo pero peligroso, el
refranero popular prescribe: “del agua mansa líbrame Dios que de la brava me
libro yo. Y también de esa misma persona se dice que es como el
“aguacerito blanco, que no moja pero empapa”.
Como norma de prudencia, la sabiduría popular sugiere que
“agua que no has de beber, déjala correr”, o en relación a la fortuna fácil el
refranero sentencia que “lo que por agua viene, por agua se va”. O ante la
indefinición y la duda solemos indicar que estamos “entre aguas”
Como estímulo a la laboriosidad suele decirse que “quien madruga coge agua clara” y hace más de 26 siglos, luego de meditarlo mucho, un filósofo presocrático afirmó que “nunca nos bañamos dos veces con la misma agua del río”.. Mucho después, la generosidad criolla convino en que “un vaso de agua no se le niega a nadie”.
Como estímulo a la laboriosidad suele decirse que “quien madruga coge agua clara” y hace más de 26 siglos, luego de meditarlo mucho, un filósofo presocrático afirmó que “nunca nos bañamos dos veces con la misma agua del río”.. Mucho después, la generosidad criolla convino en que “un vaso de agua no se le niega a nadie”.
La cultura del agua
y su lenguaje está presente en la ingenuidad y la fantasía infantil cuando
refiere aquella adivinanza: “agua pasa por mi casa, cate de mi corazón”, o en
la literatura contemporánea cuando nos topamos con la obra de Herrera Luque “La
casa del pez que escupe el agua”, la mexicana “Como agua para chocolate”, o
cuando el cine reseña la vida del poeta Cruz Salmerón Acosta en el film “La
Casa de Agua”.
En síntesis, la presencia del compuesto químico H2O, hoy
por hoy tan invadido por elementos extraños que distorsionan sus virtudes y
esencia, es irremplazable.
Sin embargo, en nuestro país, donde lo extraordinario se
hace cotidiano, se le ha ocurrido a una funcionaria del Estado (tampoco sé si
del gobierno) que proscribamos al agua de nuestro lenguaje; que no la nombremos
ni en radio, ni en prensa ni en televisión.
Todo ello en principio, pues tal vez el mencionar el agua
en reuniones públicas o en fiestas familiares puede significar un indicio de
culpabilidad.
No sabemos si un próximo paso pudiera ser prohibir
bañarnos o cepillarnos los dientes –al menos con agua- y mucho menos lavar el
carro o regar las matas. El sólo musitar la palabra en voz baja podría hacernos
sospechosos de conspiración. El término tal vez sea ubicado entre las llamadas
malas palabras o expresiones soeces, hasta que en cualquier momento, en
presencia de una visita, un imprudente muchacho nos grite: “Tengo sed, dame un
vaso de…” y prestos tengamos que taparle la boca, no sea cosa que, al día
siguiente, nos llegue una citación de la fiscalía.”
Este articulo del Comunicador Luis Manuel Garcia, que tomamos para enriquecer nuestra apreciación, nos ilustra de forma bien precisa el dilema de la necesaria agua. Como conclusión expresamos: Un país raro cuando se trata
de la defensa de la naturaleza, la frase “son las
actividades humanas, las que están elevando la temperatura en el planeta” en Venezuela pudiéramos decir son las actividades
del Gobierno las que están elevando las temperaturas de una sociedad de
expectativas incumplidas, y que busca en la espiritualidad, la tolerancia y la
participación solidaria un camino.
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